Camello y yo pedaleamos fugaz por la ciudad, pensamos que los desconocidos al paso, los que habitan las esquinas son solo posibles merodeadores de una fugaz cama de madrugada....al esquivar el peligro de la mirada del desconocido me pienso borracho y lleno de fragmentaciones que pulsan el deseo del recorrido citadino.
Esta ciudad no es apropiada para los hombres de madrugada y el deleite de su entre pierna....
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